Las patas de gallo son arrugas que se forman en el contorno externo de los ojos al gesticular; generalmente, al reír. Se acentúan debido a la exposición solar y al envejecimiento.
Hoy, existen numerosos tratamientos para combatir las patas de gallo. Entre los no invasivos, está la aplicación de toxina botulínica. El efecto se produce de dos a cinco días posteriores a la aplicación y dura entre cuatro y seis meses, y se recomienda ponerla dos o tres veces por año. El objetivo de este procedimiento es dejarle al paciente una cara más fresca y joven, pero que se vea natural.
En arrugas muy profundas, es recomendable que después de la aplicación de la toxina, se ponga un relleno como el ácido hialurónico, el cual además hidrata el área tratada. Si el daño solar es muy importante, el uso de láser CO2 fraccionado ayuda a quitar las arrugas y tensar la piel, provocando un efecto de rejuvenecimiento importante.
Arrugas en los ojos
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